Sabes lo que es
escalar un precipicio de cristal
bajo
la atenta mirada de dios
sobre
la pasiva mirada del tiempo
Sabes lo que es vivir
en una explanada
morir en una explanada
resucitar en una explanada
teniendo como única alternativa un abismo
ingrávido
e infinito
Sabes lo que es volar
de la mano de un esqueleto
y acabar
hechos ceniza
por jugar a ser
ángeles rebeldes que escapan del espejo,
que corren hacia el desastre
Sabes lo que es
respirar bajo la marea
nadar hacia el horizonte sin éxito
sabes encerrarte en ti
y afrontar tu propia estupidez
no, tú no sabes lo que es eso
tú no has nacido en mi cubículo
Imagina que más allá del horizonte no hay más mundos. Que más allá de tu propio pellejo roto, de tu memoria ciega, de tu imagen incompleta y distorsionada, nada más importa porque nada más existe. Yo no sé definir conceptos o delimitar sombras. Así que solamente tú sabrás si estas palabras son silencios vacíos, locura transitoria, retórica insustancial perdida en el espacio/tiempo o una sinergia de incongruencias irrelevantes propias de una niñata de mi índole.
Seguidores
domingo, 15 de mayo de 2011
martes, 3 de mayo de 2011
El apocalipsis(II)
Nadie pensaba que el Apocalipsis llegaría
hasta que tuvimos que convivir
con la ceguera de los cristales rotos,
con el caos de nuestros cuerpos
danzando al unísono hasta el final
de los tiempos.
Pero daba igual, porque todos
nos abrazábamos sin saber por qué,
sin saber por qué todos nos queríamos de repente.
El miedo que tanto ha roto, que tanto ha destruido, que tanto ha separado,
a veces une.
Nosotros, habíamos enterrado el rencor
bajo el fango de la civilización
y temblando y con restos de
tragedia en los dedos
nos habíamos perdonado la vida.
Para cerrar los ojos y los puños en paz.
Entonces, abrazarnos desnudos la luz.
Entonces, empuñamos juntos el presente
como una guadaña oxidada
y le cortamos la cabeza a Dios.
Todos juntos
dijimos adiós a las victorias
y pedimos perdón.
Todos unidos
descendimos a un mundo desconocido.
A un mundo mejor.
hasta que tuvimos que convivir
con la ceguera de los cristales rotos,
con el caos de nuestros cuerpos
danzando al unísono hasta el final
de los tiempos.
Pero daba igual, porque todos
nos abrazábamos sin saber por qué,
sin saber por qué todos nos queríamos de repente.
El miedo que tanto ha roto, que tanto ha destruido, que tanto ha separado,
a veces une.
Nosotros, habíamos enterrado el rencor
bajo el fango de la civilización
y temblando y con restos de
tragedia en los dedos
nos habíamos perdonado la vida.
Para cerrar los ojos y los puños en paz.
Entonces, abrazarnos desnudos la luz.
Entonces, empuñamos juntos el presente
como una guadaña oxidada
y le cortamos la cabeza a Dios.
Todos juntos
dijimos adiós a las victorias
y pedimos perdón.
Todos unidos
descendimos a un mundo desconocido.
A un mundo mejor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)