Llevo milenios acostada
sobre el trapecio inmóvil y oxidado
que me regalaste
por el aniversario de mi muerte
La fuerza del viento de aquellas silenciosas
pestañas
me arrastró a la renuncia de todo cuanto soy y
me introdujo,
con el drama entre los dedos
y sangre seca en la cara,
en un bucle temporal
que cada vez me aprieta más los grilletes.
Si nadie quiere darme las llaves del cielo,
al menos mandad víveres
a esta puta alcantarilla
Aquí, en esta trinchera,
ya no quedan hombres
dispuestos a luchar por tu estúpida causa.
Y a mí se me agotó la paciencia.
Cojamos el pico y la pala
y arreglemos nuestro mundo de una puta vez.
Ya no basta con sembrar esperanzas de luz
ni con construir promesas de cartón
en ciudades consumidas
por nuestra desgana.
Hay que sacudirse el miedo
y abrazar las armas.
Imagina que más allá del horizonte no hay más mundos. Que más allá de tu propio pellejo roto, de tu memoria ciega, de tu imagen incompleta y distorsionada, nada más importa porque nada más existe. Yo no sé definir conceptos o delimitar sombras. Así que solamente tú sabrás si estas palabras son silencios vacíos, locura transitoria, retórica insustancial perdida en el espacio/tiempo o una sinergia de incongruencias irrelevantes propias de una niñata de mi índole.
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jueves, 23 de junio de 2011
miércoles, 15 de junio de 2011
Todo esto para qué
En el limbo de la incertidumbre
circunstancial
no habitan condicionantes de plástico ni contextos de hierro
Solo objetivos imposibles, tallados en la arena del mar,
destinados a extinguirse.
Borrándose,
Borrándose cada vez más
Para qué soñar unos colores menos puntiagudos
o esnifar estrellas desgastadas
si el firmamento siempre será libre
Mejor soñar un diluvio que acabe con todo.
Desde la primera piedra hasta la última criatura,
desde el primer átomo
hasta el último referente
de la puta civilización
que juega a confinarnos en su inmundicia
todo esto para qué,
todo este sufrimiento para qué
Todo, para ser finalmente mártires sin nombre
circunstancial
no habitan condicionantes de plástico ni contextos de hierro
Solo objetivos imposibles, tallados en la arena del mar,
destinados a extinguirse.
Borrándose,
Borrándose cada vez más
Para qué soñar unos colores menos puntiagudos
o esnifar estrellas desgastadas
si el firmamento siempre será libre
Mejor soñar un diluvio que acabe con todo.
Desde la primera piedra hasta la última criatura,
desde el primer átomo
hasta el último referente
de la puta civilización
que juega a confinarnos en su inmundicia
todo esto para qué,
todo este sufrimiento para qué
Todo, para ser finalmente mártires sin nombre
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