Si no he hablado hasta ahora
es porque
las lágrimas
el sudor
el barro
la sangre
el vómito
me han obstruido la palabra
Si no sale nada de mí
es porque he sido un mar sin oleaje
un puerto sin barcos
o un puerto sin mar
un mar sin horizonte
durante mucho tiempo
y ahora miro por la ventana con repulsa
ahora miro al espejo con repulsa
miro dentro de mí con repulsa
y ya no hay desiertos fértiles
ni cultivos achicharrados
ni rascacielos derruidos
y la civilización es una mentira
y ya nadie puede salvarme
de estas tinieblas
que erosionan mi piel
que se cuelan en mis pulmones
que hacen proliferar miedo
a las tinieblas y al aire
que me encadenan a este metro cuadrado de agonía
y ahora nadie puede despertar a mis órganos vitales
nadie puede ahogar mi angustia
en charcos de sangre donde naufragué siglos atrás
ahora ni tú ni nadie puede salvarme
Imagina que más allá del horizonte no hay más mundos. Que más allá de tu propio pellejo roto, de tu memoria ciega, de tu imagen incompleta y distorsionada, nada más importa porque nada más existe. Yo no sé definir conceptos o delimitar sombras. Así que solamente tú sabrás si estas palabras son silencios vacíos, locura transitoria, retórica insustancial perdida en el espacio/tiempo o una sinergia de incongruencias irrelevantes propias de una niñata de mi índole.
Tal vez nadie pueda salvarte de nada, tal vez sólo tengamos que decirte que hay una salvación, una cura, y que la tienes que encontrar...
ResponderEliminarAnoche me quedé cavilando, y me di cuenta de que ya no puedo sacar nada de mi cabeza. Que todo lo que sale se convierte en algo vacío de significado...
Entonces lo entendí: el significado está en el que tú quieras darle. Sólo que, aún, no sé cuál tengo que darle yo.
Sal. Nada. Vive. Resurge. Lucha. Crea ^^
Un abrazo, y no eres una más
Pues quien sabe, un dia se te cae el mundo y al otro estas tomando cafe con el conejo blanco (?) Nada se sabe y todo puede pasar ¿no?
ResponderEliminarUn beso animoso (?)
''y ahora miro por la ventana con repulsa
ResponderEliminarahora miro al espejo con repulsa
miro dentro de mí con repulsa''
YO TAMBIEN LO HAGO :)
Ufff... desgarrador... Espero que sea sólo un poema... en caso contrario, busca a tu alrededor, siempre hay una tabla de salvamento para cada naúfrago.
ResponderEliminarO agárrate a nosotros, tus amigos blogeros, que seguro más de uno ( y me incluyo) nos hemos sentido así alguna vez.
Un beso enorme.
de Silvia Delgado Fuentes (http://silviadelgadofuentes.blogspot.com/), el miedo que todos compartimos y contra el que avanzamos: (antes decirte que me atraparon tus versos, que te sigo desde hoy y que un abrazo)
ResponderEliminarI
Tengo miedo.
El miedo que yo tengo
quiere que me esconda entre sus muslos,
que lo lleve bien clavado en el aliento,
que no insista verso a verso.
Este miedo,
el que yo tengo,
reza en voz alta
su plegaria de espejismos
para desnucar de una vez
la gloria de mis gritos.
Este miedo,
el que yo tengo,
quiere que me rinda a sus delirios,
que el papel, la voz, el puño erguido,
sean polvo, sean nada
y así, uno a uno,
hombro con hombro,
hagamos del terror
un único y silencioso destino.
II
Los poetas también tenemos miedo,
no todo el tiempo pero lo tenemos.
Tememos dar la espalda,
llegar tarde,
quedarnos en la orilla.
Tenemos miedo, si,
debemos decirlo hoy,
ahora mismo.
Tenemos miedo en este invierno
donde las alas no existen,
sólo existen las heridas.
Miedo, miedo, sí.
Miedo a este tiempo lento que agoniza,
miedo a la mudez de la rutina,
a la palabra en ayunas,
desnutrida.
Miedo, si,
a llenar de polvo la memoria,
a dejar un rastro de ceniza,
a morir cantando para adentro,
a gastar la vida con silencios.
Tenemos miedo, si,
porque sabemos que allá donde el terror
nos respira
estamos solos,
no vamos contigo.
Y entonces, los poetas,
de nada servimos
III
Que se vaya mi corazón,
que se vaya pronto,
que me deje a solas
con este temblor en los huesos.
Que se vaya mi corazón
que me deje con esta nausea
de estar en la vida, ciega.
Que se vaya, si,
que no merezco tenerlo cerca,
que no habrá corazón que resista
tanta tristeza a secas.
Que se vaya,
que se vaya deprisa,
que no quiero verlo morir
entre mis letras.
Que se vaya, que lo cuelguen de las estrellas
que apaguen la luz para verlas,
lejos, muy lejos de la tierra.
Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"
Hay instantes o momentos o mucho tiempo, en donde el silencio se instala, y hace bien.
ResponderEliminarEscribís muy bien.
Un saludo